Para empezar me gustaría decir que para entender lo que a continuación se expone no debe tratarse de encontrar el significado de las cosas por medio de especulaciones intelectuales, sino esperar que ellas mismas se lo revelen.
También he de comentar que los pensamientos y los sentimientos ejercen un efecto los unos sobre los otros, tal como lo hacen las cosas sensibles del mundo físico, por lo tanto vamos a tratar los sentimientos y los pensamientos como si fueran lo mismo.
Estamos atravesando tiempos difíciles pero, para poder superar estos, debemos transcender, cambiar nuestra forma de sentir y pensar, y para ello debemos fusionarnos con el eterno ciclo de las cosas que nos rodean. Nosotros tenemos la Divinidad encerrada por una sociedad capitalista consumista, frenando nuestras fuerzas.
¿Hemos perdido la esencia de nuestros ancestros con la naturaleza?

Para empezar a explicar como puede llegarse a sentir o escuchar lo que la naturaleza ha de decirte tengo que hacer dos grandes diferencias: por una parte centraremos nuestra atención en el principio y por otra, en el final.
Estos dos procesos se presentan ante la mirada del ser humano al mismo tiempo y como es lógico y natural evocan en el ciertos sentimientos y pensamientos. La cuestión es que, por diferentes razones, el ser humano, el hombre, no dedica lo suficiente a enfocar su atención en esos sentimientos y pensamientos. La atención que es necesaria poner sobre estos dos procesos ha de ser intensa y consciente.
Donde quiera que se encuentre una forma bien definida de principio y de final el ser humano ha de ser capaz de entregarse, durante pocos minutos, a sentir o a experimentar la sensación que tal proceso le produce sin buscar una respuesta de su cerebro, simplemente, esperando una afirmación del alma.
Mediante este pequeño ejercicio, cualquiera que lo realice, comprobara que un sentimiento que antes se deslizaba rápidamente por su alma, ahora se intensifica asumiendo una forma vigorosa y decidida. La persona que realice este ejercicio deberá aislarse del mundo exterior y entregarse única y exclusivamente a lo que su alma le diga ante los fenómenos del principio y del final.
Un mundo nuevo se abrirá ante la persona que metódicamente y con firme propósito se abandone a semejantes sentimientos. El mundo anímico. El principio y el final dejan de ser fenómenos que le producen las indefinidas impresiones de antes, sino que toman las formas de lineas y figuras espirituales y esas lineas y figuras varían según la diversidad de los fenómenos. En vez de sentimientos triviales y de caprichosa asociación de ideas, surgirán sentimientos y pensamientos fecundos. Estos guían al ser humano para orientarse en el mundo espiritual. De esta manera, el ser humano debe aprender a sentir a toda la Naturaleza, de este modo se inculca un nuevo gen en el mundo de sus pensamientos y sentimientos.

Nosotros somos seres divinos, tenemos algo especial que, nos hace razonar, el poder divino está encerrado dentro de nosotros. Si entendemos el eterno ciclo, y llegamos a ser personas más «naturales» como en el principio de los tiempos, llegaremos a evolucionar como seres inteligentes y no como personas desalmadas

